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General Belgrano – Las penurias de los sobrevivientes

Publicado no Jornal Clarin 02
Buenos Aires
Maio 2013

Natasha Niebieskikwiat

Un año atrás quedó confirmado que fue la ex primer ministra Margaret Thatcher, recientemente fallecida, la que decidió hundir el crucero General Belgrano, tragedia en la que murieron 323 de sus 1093 marinos. Además, los británicos siguen rebatiendo el fuerte cuestionamiento internacional por haber atacado un buque fuera de la zona de exclusión, y que ello fue un crimen de guerra.

Hoy, 31 años después de aquella tarde en la que dos torpedos del submarino Conqueror alcanzaran el ARA Belgrano, Clarín publica un documento de la Armada argentina nunca antes visto y que aún conserva el carácter de “Secreto”. Se trata de los resultados de la llamada “Comisión de Análisis de Acciones de Combate- Equipos y Elementos para Supervivencia en el Mar”, que evalúa de manera bastante crítica las condiciones encontradas a la hora del rescate y refiere a la “penosa experiencia de la supervivencia para los hombres de la dotación que pudieron abandonar el buque”.

De la lectura del documento queda claro que, de haber estado mejor preparados, podrían haberse salvado más vidas. Los 323 muertos del Belgrano son más de la mitad de los 649 que tuvo en total la Argentina en los 74 días de guerra con el Reino Unido de 1982.-

El informe obtenido por este diario lleva la firma del presidente de la Comisión, contralmirante Angel M. Rodríguez, y podría compararse –aunque con sus matices y diferencias- a otras evaluaciones sumamente críticas de la logística militar de la guerra por el lado argentino, resumidas por ejemplo en el llamado Informe Rattenbach.

La Comisión tomó los informes del ARA Bahía Paraíso, del ARA Piedrabuena, del ARA 25 de Mayo y del ARA Hércules, que trabajaron en el rescate.

El Belgrano comenzó a hundirse una hora después del ataque –informa la comisión- las tareas de rescate debieron realizarse bajo una fuerte tormenta en un mar y en una zona de por sí adversas.

Y comienza diciendo: Las balsas del buque “no contaban con pantallas reflectoras radar, lo que hacía imposible su detección”. Las luces de los techos exteriores de la balsas “eran tan débiles que no se podían ver y algunas casos ni se activaron”. Las palamentas (el conjunto de los remos en la embarcación) eran tan frágiles que se rompían remos y cuchillos”. Pero además, sostiene la Comisión,las balsas tampoco tenían amarres lo suficientemente fuertes como para resistir el trabajo de las cuerdas al buque con mar gruesa. “Los náufragos no pudieron embarcar por sus propios medios con escalas de gatos, cabos o salvavidas por lo que tuvieron que ser izados abordo con el riesgo que ello implicaba”. Dice el trabajo que la red de rescate no pudo ser utilizada por la peligrosidad de la maniobra en esas condiciones marítimas. Y concluye: “El mayor número de muertos congelados por el frío se produjo en las balsas con escaso número de tripulantes”, es decir “menos de cinco hombres”.

A manera de sugerencia, queda claro que ni a nivel de equipo personal los marinos estuvieron preparados. Y “sólo precisan “un bolso con salvavidas, ropa de abrigo, linterna estanca, un mínimo de alimentos y un botiquín individual”. Como ha contado uno de los más famosos sobrevivientes del Belgrano, el consagrado tenor Darío Volonté, él y sus compañeros estuvieron hasta 29 horas y media en alta mar a bordo de una balsa. Eran 22 en una balsa para no más de 12.

Del informe efectuado a la Comisión por el ARA Hércules se supo que para el caso de abandono del buque, los marinos del Belgrano no contaron tampoco con equipo para contrarrestar el frío y las mojaduras en caso de quedar expuestos al agua. Así, las cosas

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