COLOMBIA – Nova Estratégia contra as FARC – Discurso do Presidente Juan Manuel Santos

Palabras del Presidente Juan Manuel Santos en la celebración
del Día del Ejército Nacional

Puente de Boyacá, 7 ago (SIG). “El alma se llena de emoción cuando contemplamos, como hoy, los campos sagrados de Boyacá, donde ganamos para siempre la independencia de nuestra patria.

Cómo sobrecoge este escenario cuando recordamos a esos valientes que, bajo el mando supremo del Libertador, lucharon con coraje y corazón de acero para vencer a las tropas realistas.

¡Qué ejemplo de valentía y de honor militar el que nos dejaron esos centenares de combatientes patriotas que derramaron su sangre y su sudor en este campo histórico un 7 de agosto como hoy, hace 192 años!

¡Gloria a ellos y gloria a sus sucesores que hoy conforman, con dignidad y moral, el glorioso Ejército Nacional de Colombia!

Hoy vengo por primera vez a esta celebración del Día del Ejército como Presidente de la República.

Había asistido varias veces en condición de Ministro de Defensa, y hoy me siento honrado –emocionado y honrado– al hacerlo en mi condición de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.

Ante este puente –pequeño en tamaño pero inmenso en significado para nuestro país– quiero rendir homenaje a los hombres y mujeres de nuestro Ejército que combaten todos los días, todas las noches, en los valles y las montañas, en las selvas y los desiertos, soportando condiciones difíciles y riesgos mortales, por la libertad de sus compatriotas.

El Ejército de hoy no hace otra cosa que continuar la batalla del 7 de agosto para que nunca, ¡nunca más!, nuestra Patria esté sometida por dominios injustos, por tiranías o despotismos que amenacen la libertad de quienes viven bajo el cielo de Colombia.

Ustedes son los herederos, los continuadores, de la gesta de Bolívar y de Santander, y deben obrar por ello con orgullo, con pundonor, con sentido de grandeza por la misión que la Patria les ha conferido y que los colombianos no cesamos de agradecer.

Hoy se cumple además –y qué alegría poder celebrarlo acá– el primer año desde mi posesión como Presidente de la República.

Ha sido un año de importantes avances en muchos temas, y no se queda atrás la seguridad.

¡Quién se hubiera atrevido, hace doce meses, a pronosticar que el Mono Jojoy, el símbolo del terror en nuestro país, o alias Cuchillo, el nefasto asesino de asesinos, serían abatidos por las Fuerzas Armadas de Colombia!

¡Quién diría que caerían otros bandidos como Domingo Biojó, en el Putumayo, u Oliver Solarte o Jerónimo Galeano o El Abuelo, principales lugartenientes de Cano!

En este año, en tan sólo el Sur del Tolima, el Ejército ha golpeado sistemáticamente al Comando Conjunto Central de las Farc, neutralizando a diez cabecillas de primer orden.

Lo dije el 20 de julio: ante el impacto de estas operaciones, ante la ofensiva de nuestros soldados que están llegando a lo más profundo de sus retaguardias, donde gozaban de una vida plácida, las Farc hoy tienen que recorrer de un caño al otro, de un cerro al otro, y se han visto obligadas a cambiar de estrategia.

Pretenden hacerse invisibles vistiendo de civil, en contra de todas las normas del Derecho Internacional Humanitario (DIH), y pretenden hacer ruido y causar zozobra con pequeñas operaciones “avispa” contra nuestros hombres y, sobre todo, contra la población civil

Es en realidad una estrategia de supervivencia, un esfuerzo desesperado por mantener su presencia ante los medios y ante la opinión pública.

Pero no por ello podemos menospreciar esa estrategia.

Tenemos que ajustar nuestra doctrina, nuestras operaciones y nuestros procedimientos a ese modo de operar, sin caer en la trampa de restarle eficacia y vigor a las operaciones que seguiremos haciendo contra ellos, en lo más profundo de la selva o lo más alto de las montañas, dondequiera toque llegar.

He ordenado al Ministerio de Defensa una revisión del esquema de control territorial, incluyendo el control de nuestras fronteras, para hacer un uso más eficaz y más efectivo de nuestras fuerzas.

En especial, para derrotar el fenómeno de la extorsión, que tanto preocupa a los colombianos en áreas rurales.

Para ello he pedido que se estudie la utilización del sistema de Gaulas contra las Bacrim, las milicias y la delincuencia común –que con frecuencia actúa bajo otro nombre– para asegurar la desarticulación de estas redes de extorsión.

Ese esfuerzo de fortalecimiento de la estrategia de control territorial exige –además de una mejor organización de nuestras instituciones armadas y una adecuada distribución de roles y misiones–, trabajar en al menos 5 elementos, que son los que les he pedido al Ministerio y las fuerzas que hagan objeto de una profunda revisión:

El primero es la inteligencia.

Es evidente: en la medida en que el enemigo juega al invisible porque no tiene otra opción de supervivencia, se hace más difícil de encontrar y nos obliga a revisar y, en lo posible, a unificar nuestras capacidades de inteligencia para encontrarlo.

Y esto es importante no sólo para asegurar la eficacia operacional, sino también para dar una mejor protección a la población.

Porque una de las consecuencias de esta estrategia de las Farc es que golpean con aun más sevicia e indiferencia a los civiles, al mezclarse con ellos.

Por eso he pedido que se haga una revisión en todo el territorio de nuestras capacidades para obtener inteligencia de combate y para que –a nivel estratégico– se asegure la unificación de la inteligencia de los diferentes servicios.

Ese proceso ya está en marcha con la creación del Centro de Fusión de Inteligencia del Comando General.

El segundo elemento es la revisión de nuestro propio dispositivo para que podamos operar en unidades más pequeñas y de mayor efectividad contra este enemigo oculto.

Esto implica una revisión de la doctrina, el entrenamiento y la dotación de equipos, y sobre todo un liderazgo muy grande de quienes comandan estas unidades en el terreno, trátese de suboficiales o incluso de soldados profesionales.

Todo esto estará comprendido en la reestructuración de la estrategia militar operacional que ha puesto en marcha el Comando General de las Fuerzas Militares.

Aprovecho la oportunidad para insistir en la necesidad de velar por el bienestar de nuestros hombres, en especial de aquellos que están en la primera línea de combate como estos suboficiales y soldados.

He pedido al Ministro de Defensa que estudie las medidas posibles, dentro de las limitaciones presupuestales, para incrementar, para mejorar el bienestar de quienes ponen el pecho por la patria.

El tercer elemento es la colaboración con la justicia.

Precisamente, porque hemos logrado diluir tanto las estructuras de las FARC, es necesario actuar cada vez más estrechamente de la mano de la Justicia para terminar de desarticularlas.

El trabajo mancomunado con la Justicia no nace solamente de una necesidad operacional, sino que corresponde a nuestro mayor objetivo estratégico que es la garantía del imperio de la Ley en todo el territorio.

Ese paso del uso exclusivo de la fuerza militar al trabajo conjunto con la Justicia es también la mejor muestra, la mejor definición de nuestros avances hacia la meta final: una Colombia en la que cada vez tendremos que recurrir menos a las Fuerzas Militares para hacer valer la ley, porque cada vez más podrán cumplir esta función la Policía y la Justicia.

Por eso, quiero hacer un reconocimiento especial al trabajo en llave que venimos desarrollando con la Fiscalía General de la Nación, en especial en el caso de las Bacrim, donde –en el marco del Consejo de Seguridad Nacional– hemos desarrollado una estrategia cada vez más eficaz para su judicialización.

Ese trabajo lo tenemos que ampliar para abarcar las milicias de las Farc y, con la Fiscalía, debemos mirar cómo –con los nuevos recursos que ha encontrado el Gobierno para apoyar su gestión– podemos asegurar que no sólo el soldado, sino que también la Justicia, lleguen al último rincón de nuestra Patria.

El cuarto elemento es la consolidación, que es el paso necesario para sellar los avances de la fuerza pública y la Justicia en las regiones más periféricas de la Nación y es, a la vez, la justificación de todo nuestro esfuerzo.

Porque lo que estamos tratando de hacer es darles las mismas garantías de seguridad, de bienestar y de protección de sus derechos, de que gozan los habitantes de las ciudades, a quienes viven en las regiones más recónditas del país.

Por eso ordené una revisión de toda la Política de Consolidación para que incluya los temas críticos de la agenda del Gobierno, como es la política de tierras, y para que se asegure la participación –sobre todo presupuestal– de todos y cada uno de los ministerios y entidades del Gobierno en este esfuerzo de integración del territorio y creación de condiciones de paz.

Porque eso es lo que es en el fondo la Política de Consolidación: una verdadera política de paz para todo el territorio.

Esta revisión ya ha terminado, y vamos a pasar ahora a su implementación.

Para ello hemos nombrado al doctor Álvaro Balcázar –quien de manera ejemplar puso en marcha un plan piloto de consolidación en la zona de La Macarena– para que ahora lo hagamos con la misma fuerza en cuestión de seguridad en otras regiones del territorio nacional.

Por último, no puedo dejar de mencionar la preocupación que nos causa la situación jurídica de nuestros hombres y mujeres.

Como Ministro fui implacable en la defensa de los derechos humanos y la insistencia en que la Fiscalía y la Rama Judicial hagan las investigaciones más rápidas posibles para que se conozca la verdad de los hechos, y para que quienes sean hallados culpables sean extirpados –como un cáncer– del cuerpo vigoroso de nuestras fuerzas.

Pero ahora no nos podemos ir al otro extremo, dejando sin una debida protección legal a nuestras tropas y permitiendo que, con una simple sindicación, sean retirados de las filas.

Es lo que está ocurriendo con nuestros soldados profesionales, que son retirados del servicio a los 60 días de ser objeto de una simple acusación.

Eso es absolutamente inaceptable porque viola los derechos sagrados a la defensa y a la presunción de inocencia.

Por eso he pedido al Ministro de Defensa (Rodrigo Rivera) que de inmediato se ponga en marcha una revisión de la normatividad para que se ajuste a esos principios en el caso de los soldados profesionales y, en general, para que se acelere la implementación de un sistema eficaz y amplio de defensa técnica que vaya desde la promoción de una ley de Defensa Técnica hasta la creación de unos servicios mucho más eficaces y justos de defensa legal.

Todos estos lineamientos de revisión de la estrategia tomarán un tiempo para su debido estudio e implementación, pero confío en que –para finales de este año– veremos los frutos de este proceso.

Como gobierno tenemos que tener la humildad de saber corregir lo que haya que corregir y eso es exactamente lo que estamos haciendo.

Y también seguiremos impulsando –como debe ser– la desmovilización de los miembros de los grupos armados ilegales.

En este primer año de gobierno se han desmovilizado más de mil 950 guerrilleros, casi 40 por semana, acosados por la ofensiva de nuestras tropas y cansados de una lucha sin sentido.

Qué importante que la sociedad les siga abriendo sus puertas a estos desmovilizados que han reconocido su error y que ahora buscan una nueva oportunidad.

Al día de hoy 8 mil 800 personas que se encuentran en el programa de reintegración están trabajando en el sector formal, y más de 20 mil están estudiando.

Porque Colombia es grande con quien rectifica pero firme y severa con quien persiste en atacar a sus compatriotas.

Ahora bien: somos muy conscientes de los problemas de seguridad que hay en algunas ciudades o zonas del país; los reconocemos y los estamos enfrentando, pero ello no significa que debamos desconocer o minimizar los avances.

Porque hay avances, y muy importantes.

En este primer año de gobierno, frente al año inmediatamente anterior, los homicidios disminuyeron un 6 por ciento, lo que significa 890 muertes menos.

Éste será, probablemente, el año con menos homicidios en por lo menos 23 años, lo que implica un paso importante hacia la normalidad.

Las víctimas de homicidios colectivos disminuyeron en un 8 por ciento y los casos denunciados de extorsión en un 20 por ciento.

Hay eso sí –y nos preocupa– un incremento del 8 por ciento en el secuestro extorsivo –15 casos más–, en parte porque la guerrilla, al verse desplazada de sus lugares de producción y tráfico de drogas, ha vuelto a recurrir a este delito inhumano.

Tenemos puestas todas las alertas sobre esta situación.

Lo que quiero dejar claro hoy, en este campo que es altar de nuestra patria, es que ni este gobierno, ni las Fuerzas Militares, ni la Policía Nacional, hemos bajado ni bajaremos la guardia en ningún momento en nuestro propósito de contener y derrotar a los enemigos de la libertad de los colombianos

Apreciados amigos del Ejército Nacional:

¡Qué orgullosos deben y pueden sentirse al contemplar hoy 192 años de historia, y saberse continuadores de la gesta de Boyacá!

¡Qué orgullo sienten también quienes han recibido hoy las condecoraciones del Ejército de nuestra Patria!

A todos, muchas felicitaciones, porque quien sirve al Ejército sirve a Colombia y quien porta con honor su uniforme es modelo de conducta para todos los colombianos.

Desde 1819 hasta nuestros tiempos los mejores logros los hemos obtenido cuando trabajamos juntos, cuando trabajamos unidos, y hoy, por fortuna, 46 millones de colombianos estamos avanzando hacia un futuro de prosperidad, de seguridad y de paz.
Si estamos unidos, nada ni nadie podrán detenernos, porque –como nos lo dice todos los días con tanta convicción el general Navas– tenemos FE EN LA CAUSA, y porque la causa del Ejército y la causa de todos los colombianos es una sola, es una misma:

¡SU CAUSA Y LA NUESTRA ES COLOMBIA!”

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